jueves, 12 de noviembre de 2009

Christian León - "El Gran Hermano” o la performatividad mediática de la imagen

Tesis

Fenómenos comunicativos como los de Gran Hermano no son un enunciado sino un acto comunicativo, que no propicia un mensaje sino un acontecimiento de tipo mediático (que no puede ser denominado ni real ni ficticio), pues se apoyan en enunciados performativos que constituyen el fundamento del poder soberano, mismo que es cedido a uno o varios miembros de la comunidad discursiva, esto significa que cada uno de los espectadores (dedicha comunidad) se transforma en un sujeto soberano que es capaz de producir actos a partir de sus enunciados.

Pregunta

Si efectivamente la función performativa de la imagen solo puede ser ejercida por una instancia soberana que cede ese poder a los miembros de la comunidad discursiva, entonces

¿qué significa ese poder o en qué consiste? (primera pregunta ya discutida en clase)

¿cuando termina ese poder? (si es que termina considerando la sobreabundancia de fenómenos comunicativos del tipo Gran Hermano)

15 comentarios:

  1. En el programa "Gran Hermano" existen reglas de juego que se mantienen hasta el final del mismo, aunque las imágenes presentadas en este reality pudieron ser sobreactuadas como también muy verídicas.
    Por otra parte, el poder de los medios de comunicación se manifiesta en el seguimiento del rastro del ganador para dar cuentas al país de lo que hace, visibilizando en imágenes un antes y un después de la vida de este actor, sin tener éste la posibilidad de detenerlos.
    En general, estamos inmersos en distintas estructuras sociales (familia, empresa, Estado, academia), cada una con sus reglas que suponen cierta dependencia, mas el arte consiste en tener claro los distintos roles que desempeñamos en la sociedad, por lo cual, el poder no tiene límite.

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  2. Como comente en clase, creo que es importante poner en juicio al mismo sistema que dice “ceder” su poder a los miembros de una comunidad pues creo que, es precisamente en estos espacios en donde se disfraza el control que resguarda la complicada red panóptica que se utiliza para manejar a la sociedad. Los sistemas de control se invisibilizan pero el discurso de estos se ve reflejado en aquellas instancias a las que dice “ceder” su poder. De tal modo en programas como El Gran Hermano, desde su nombre entendemos que el ojo vigilante de la norma esta ahí, cuestionando todo y poniendo un valor sobre cada escena para dirigir inclusive al espectador en “su decisión” final. Los personajes son detalladamente tomados entre una gama de gente pues en principio ejemplifican los estereotipos sociales, no es al azar nada en este tipo de programas pero su estrategia es dar a entender que así lo es, pues las construcciones sociales deben seguir una norma impuesta desde el poder para tener una claro control sobre los lenguajes preformativos de la sociedad.

    De tal modo el libre albedrío es únicamente un método social de control que permite que el individuo no cuestione las estructuras que lo manejan. Las votaciones para sacar gente de la casa son dirigidas también por el Gran Hermano y las reglas de juego.

    Con esto como base considero que el poder nunca termina sino únicamente muta en relaciones sociales que naturalizan este poder y lo terminan considerando como subjetivo cuando en realidad esta subjetividad es inexistente. El poder de los medios en este caso responde a un poder más amplio de las construcciones sociales que se han pactado desde un inicio para dirigir a la sociedad sobre preceptos de libertad, que repito son discursos donde el control se invisibiliza pero sigue ahí.

    Ma. Fernanda Burneo

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  3. Coincido en gran medida con Fernanda. Y para responder a las preguntas, y en particular a la naturaleza del poder performativo del lenguaje y de la imagen, creo que podemos partir de las características del fundamento del poder soberano que propone repasar el autor, retomando a Judith Butler.

    Precisamente, éste consiste en la delegación, por parte de los individuos que conforman la comunidad de hablantes, del poder performativo del lenguaje a una instancia superior. Sólo en la medida que esto sucede, se produce luego el proceso a través del cual la instancia soberana superior cede el poder performativo de la palabra o la imagen a otros miembros. Siguiendo esta tesis, y estableciendo un paralelismo con el caso de estudio de GH, se puede pensar el poder o la capacidad performativa en términos tremendamente
    desiguales, según se trate de uno u otro actor.

    En el programa, el aparente poder, tanto de los participantes como de los televidentes, no es tal. En términos más estrictamente sociológicos uno podría decir que el escenario reproduce pura estructura, sin lugar para la agencialidad. La capacidad performativa le pertenece casi exclusivamente al dispositivo mediático que constituye el programa- aconteciemiento en su conjunto.

    Cuando me refiero a la variabilidad de la capacidad performativa, según uno u otro actor, estoy pensando sobre todo en el juego de roles que un mismo sujeto empírico desempeña en las diferentes posiciones de enunciación que ocupa. En este punto es fundamental la teoría de la enunciación, y su conceptualización sobre la distancia existente entre el sujeto empírico y el sujeto de la enunciación.
    ROCIO

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  4. Me parecen muy acertados los comentarios de Fernanda y Rocio, el poder no es algo evidente a pesar de estar presente en los discursos, estos lo enmascaran y de tal forma que nos envuelve en todos los procesos de la vida, el control represivo es el dispositivo en que, a lo mejor, podríamos visibilizarlo con mayor precisión, sin embargo este dispositivo es parte de nuestra "piel", en el caso de GH este control represivo lo constituyen las reglas aceptadas por la comunidad que interactua en la casa, el agenciamiento de estos individuos empieza y termina desde estas reglas, por lo tanto el poder de los integrantes es ilusorio, es un imaginario. Está determinado desde lo externo que los integrantes de la casa sentencien la salida de sus integrantes, en este caso la capacidad performativa es controladora y ayuda a eliminar miembros de la casa, ese es el aparente poder que tienen los miembros, sin embargo están sujetos a ese destino "fatalmente determinado" desde afuera, y aceptado por ellos el momento de ingresar a la casa y aceptar las reglas, por lo tanto para mí el poder los controla desde el inicio y les asigna un poder "imaginario" por lo tanto vacío desde el inicio (valga la redundancia).

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  5. El gran hermano. Un dispositivo mediàtico que muere cuando dejas de verlo. Ese es el límite. Personalmente no vi jamàs uno de sus capítulos. No considero que se ejecute ningún poder por parte de la audiencia por el simple hecho de votar o nominar a quien no es de nuestra empatía. Es decir, el poder performativo de ese dispositivo mediático termina cuando la auudiencia considera detenidamente lo que habrá de consumir en los medios.

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  6. Estoy de acuerdo con mucho de lo ya dicho. Creo que ese poder "cedido" a los participantes y al público es ilusorio, pero esto lleva a pensar en el Gran Hermano como metáfora de la estructura social, o del discurso en sí. Con respecto, por ejemplo, a los medios de comunicación que promulgan la libertad de elección como principio básico sustentado en la supuesta agencialidad de los sujetos, es claro que esta "libertad", (metaforizada por el "poder cedido" a los participantes y televidentes) no es tal en la medida que los mensajes vienen "formateados" desde una lógica dominante y homogeneizante que propicia una pensamiento único y formas "correctas" de actuar y enunciar a partir de regímenes de luz y enunciación, de la misma manera que el lenguaje televisivo performado del Gran Hermano condiciona lo que se puede decir y visibilizar a partir de sus propios regímenes de luz y de enunciación.

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  7. Considero que el espectador como 'sujeto soberano' es un ideal inalcanzable. Por un lado desde los medios en cuanto a su oferta de posibilidades hacia la audiencia. En segundo lugar desde los espectadores en cuanto a su demanda de poder sobre lo que exigen de los medios como mediatizable.

    Es importante identificar que el diseño mismo de los programas televisivos (caso ‘Gran Hermano’), resulta el determinante ante la comunidad discursiva de la que depende. Esto debido a que en el diseño se estableció ya las fronteras de lo posible y se definió lo sancionable. Aunque el programa sea en sí un acto comunicativo por las posibilidades que presenta, aquella soberanía de los participantes y espectadores queda suspendida. Pensemos que la producción del programa determina qué es lo mediatizable, a partir de esto arma (edita y mercadea) el programa semanal y los temas a relucir. Mientras que de este tamiz de contenidos los espectadores habilitados para enunciar performativamente serán capaces de producir con sus enunciados, sólo a partir de lo que los productores del programa decidieron re-producir del acontecimiento mediático; es decir, del diario convivir de los participantes.

    Finalmente concuerdo con ‘Sueños sin dueño’ en que el poder performativo del dispositivo mediático termina con la decisión del espectador. Siendo nosotros quienes decidimos ver o no, entretenernos o no, salpicarnos o no de ese sensacionalismo constante y finalmente al momento en que decidimos ejercer nuestros derechos como sujetos soberanos dentro de aquella comunidad discursiva construida.

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  8. Estoy de acuerdo con Cristobal, todo está preformateado y predeterminado en este acto que sin embargo no deja de tener un carácter perfomativo, pero éste, o al menos visto desde mi perspectiva, sólo opera en las condiciones de producción.
    Lléndose al poder performativo supuestamente cedido a los televidentes, creo que antes que eso, lo que sucede es la construcción de un escenario de representación de poder, un juego de rol inserto en una lógica más grande, que ni siquiera es la lógica del medio, sino la del mercado. Así, Gran Hermano sería un producto a ser consumido en unas modalidades de interacción entre producto/televidente que les son propias a estos formatos... dinámicas harto alejadas de la tenencia del poder en todo caso.

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  9. Las críticas planteadas por los compañeros/as son acertadas, y acotando algo más al tema, puedo decir que este tipo de programas, como el “Gran hermano” nos conduce a pensar en ¿cuál es el verdadero rol que asumen los personajes de la casa?. Ya desde un análisis más profundo me atrevería a decir que los participantes, están acogiendo y siguiendo cierto tipo de normas y reglas, dirigidos por el discurso performativo de sus organizadores. Todo esto como parte de aquel juego, en el cual se pretende presentar “la vida en tiempo real”, y que no es más que, el sujeto estereotipado dentro un juego mediático previamente desarrollado. Las acciones y discursos establecidos por los participantes del programa conducen a que, el televidente se vea representado por cualquiera de ellos, asumiendo así, que, lo que ocurre en la casa del “Gran Hermano” es parte de la vida “real”, sin darse que cuenta que eso, es sólo una posición coercitiva por parte del emisor, que no muestra la “realidad misma” del entorno social. Y, simplemente construye un imaginario de la estructura social, en el televidente.

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  10. Para contestar a la pregunta retomo el siguiente fragmento del texto: El espectador imbuido en la espectacularización del poder performativo del dispositivo más mediático es interpelado como sujeto soberano capaz de articular individualmente imágenes preformativas que movilizan su construcción fantasmática de deseo, amor y odio. No hay que olvidar “la fórmula del éxito del programa busca integrar al espectador por reflejo desde su identidad o por oposición a la personalidad del actuante”.Esta integración del espectador tiene un doble vínculo, por una parte, es un extender el poder controlado e inserto en la lógica preformativa del GH, pero, por otro lado, efectivamente es un ceder poder en la medida en que las diversas acciones de los espectadores, votar o no votar, comentar, disentir, aprobar, sentirse identificado, en fin, son acciones que pueden ser calculadas y previstas hasta cierta medida, con límite, pero no completamente, en esa medida, el poder preformativo del dispositivo, tiene un límite impuesto por su propia estructura narrativa, pero no tiene límite en la performatividad del televidente, en su construcción “fantasmática de deseo, amor y odio”, que, una vez en contacto con el acontecimiento mediático genera sobre el interpretaciones, lecturas, y fijaciones que quedan insertas en sus repertorios y que podrán ser “reusadas” y recontextualizadas sin límite.
    Tania F.

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  11. Considero que en el Gran Hermano se crea la idea de que los integrantes y el Gran Hermano son los que manejan el poder y son los que deciden el rumbo de los otros actores de la casa y de las interacciones sociales. Para mí de manera indirecta este programa si representa el control de la sociedad; sin embargo, al estar tan controlados se invisiviliza o se pone menos atención a las prácticas naturalizadas de la sociedad que se materializan en normas y en poder.

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  12. Me parece que ese poder que aparentemente se otorga a los espectadores es imaginario, en el sentido en que lo que interesa es el espectáculo mediático, el show, no solo con este tipo de programas como el GH, sino también con otro tipo de programas, incluidos los noticieros. Desde este punto de vista, ni internamente (los participantes directos del concurso) ni externamente (los televidentes), están en capacidad de ostentar un poder que esté por fuera del espectáculo previamente planificado, es decir, no es posible escribir un libreto nuevo que pueda alterar el show mediático, existen unas reglas preestablecidas, que son las que rigen la manera cómo se desarrollará este.

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  13. Creo que el Gran Hermano es un producto totalmente mercantil, que busca atrapara a las personas en el "morbo" de la curiosidad y de mirar por la pantalla la vida de personas distintas que conviven bajo el mismo techo. Es como si tuviéramos la oportunidad de meternos, sin que nadie nos vea, en una casa ajena y mirar las relaciones que se dan, todo esto se construye desde el marketing.
    Las construcciones de poder, de manipulación y de convivencia están marcadas por reglas que generalmente lo que hacen es acrecentar la curiosidad de las personas y como resultado vender más, pues el programa está acompañado por publicidad que día a día entra en el cotidiano de las personas y se las ve como naturales y necesarias.
    Por otro lado el poder ejercido por un GH que nadie sabe como es y que tiene la imagen de un "Dios" que todo lo ve, todo lo sabe es una forma también de manipulación a la conciencia de las personas sometidas en convivencia directa e indirectamente a las que diariamente siguen el programa, pues cada vez más se acepta la idea de que puede existir "alguien" con el suficiente valor emocional, ético, moral y intelectual para ser superior a los demás y ordenar, clasificar y juzgar lo bueno y lo malo.

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  14. El reality el Gran Hermano presenta realidades precondicionadas. Los participantes bajo las órdenes de un gran hermano se acogen a predeterminaciones en torno a la lealtad sinceridad y amistad. Las actitudes ligadas a estos principios y acciones morales están relacionadas, directamente, con la realidad impuesta, a un enunciado preformativo es decir a una acción que no puede ser calificada como verdadera o falsa, precisamente por las condicionantes del espacio.

    Las figuras, imágenes y representaciones que se crean en torno a los participantes, también son precondicionadas, de tal manera que sus conductas, sus criterios sociológicos, determinan su participación, así como las lecturas que desde los públicos se hagan sobre estos espacios. El reality entonces, es una forma de demostrar que pude existir una vida sobre actuada a parte de la propia vida de la gente.

    La competencia se limita a un grupo determinado de personas fuera del mundo real. El discurso que se practica a lo interno no es real y esta ligado a los intereses y objetivos que tenga el programa.

    El poder entra en juego a través de la construcción de las representaciones que se edifican alrededor de los participantes y de las imágenes que se crean a partir del encierro, valores incluso morales que son reconocidos y determinantes en el televidente.

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  15. En el juego del GH existen reglas que dirigen el comportamiento de los concursantes en la casa, de igual manera existen reglas no visibles que regulan a los participantes, las cuales son escenciales para ganarse la simpatía del público
    en ese sentido, el poder de la audiencia está condicionado a las reglas del juego, ya que toman su descición en base a la información expuesta en el tiempo del programa

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